sábado, 29 de marzo de 2008


A ti, porque ya no estás:

Sé que amo y, tu ausencia, no me impide seguir amándote. Es una locura resistirme al fracaso e imaginarte presencia contínua, despertar en un abrazo, cadencia de los dias y las horas. Pero, no dejo de sumergirme en el deseo presente de cuanto fue y, aún, sigue siendo.

Me dejaste porque se abandona lo que no cabe en el corazón para ser querido. Se agotaron muchos momentos en ese acto vanidoso de ser yo y ahora ser tú: nos pudo la codicia de poseer y no la dicha del compartir.

Cuando te fuiste el dolor fue necesario, como todavía lo es, como será siempre. La memoria recuerda como un incuestionable calendario de nuestra existencia. Cada olor de la casa te hace regresar. Me aterra la idea de otros brazos, de otros labios, de otros besos, porque creí que nadie sería capaz de ofrecerte mi dicha. No me llamarás, porque eres más fuerte, porque te ajustas a los pasos de la vida con la aseveración del aquí y ahora.

Te perdí y la herida abierta destila sortilegios. ¡Es tan humano sentir esta soledad, que cuando llega la hacemos irreconocible! Amor/Dolor...inseparables consecuencias el uno del otro. Algo me dice que en este silencio perpetuaré lo mejor de ti, y lo mejor de mi. Amarnos fue incidir en un punto luminoso y crear una estrella. En la infantil inconsecuencia de creer que todo es eterno, vino ese no decirnos nada, atravesar la puerta de la casa, dejar los paragüas y dirigirnos a espacios diferentes.

No guardo tus fotografias, porque me basta lo que es suficiente. Todo fue y, sigue siendo en un desvanecerse lento y frágil, como si el mismo dolor lo fuera fermentando en ayer.

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